•Trama: Dimensión Oscura [Confesiones de un Esclavo]
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•Trama: Dimensión Oscura [Confesiones de un Esclavo]
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Título:
Mi Esclavitud en la Dimensión oscura
Nombre ON:
Christopher Ipswich
Link a Ficha:
Documentos: Chris Ipswich
Link a Cuenta Bancaria:
Ahorros de Christopher
________________________________________________________________________________________Mi Esclavitud en la Dimensión oscura
Nombre ON:
Christopher Ipswich
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Documentos: Chris Ipswich
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Ahorros de Christopher
• Confesiones de un Esclavo •
Capítulo I
Mystic Falls, la gran mayoría de las personas conocen éste pequeño pueblo en el estado de Virginia de Estados Unidos. Cuando me despierto, el otro lado de la cama está frío. Estiro los
dedos buscando el calor de quizás una persona o quizás una manta un poco más gruesa para poder cubrirme del intenso frío. Me apoyo en un codo y me levanto un poco; en el dormitorio entra
algo de luz, así que puedo ver lo que me rodea, lo de siempre; lo que crea en mi cara una sensasión de extrañe, melancolía y dolor. Quizás no sé cómo ha llegado éste diario fuera del lugar de dónde estoy, no sé dónde ni cómo pero me llamo Christopher Ipswich y soy prisionero de la Dimensión Oscura desde hace 433 días.
A veces suena un poco distante mis tardes con mi padre, lo sueño y lo siento, pero la realidad es otra, no soy más que un sucio prisionero, a causa de la sociedad hipócrita llena de vampiros, licántropos y quizás hasta otros brujos como yo. No recuerdo ya casi nada sobre mi vida antes de ser prisionero y esclavo de los Kitsunes, extrañas criaturas a las que yo les llamo ''Semi-Zorros'', algo gracioso para mi en éste lugar tan estoico, vil y aburrido; en mi poder sólo tengo la ropa que llevo desde hace ya mucho tiempo, sucia y apestosa, una pluma y un libro en el cual escribo con sus páginas amarillentas, débiles y viejas. En éste lugar somos explotados de una manera que no se puede describir, somos despertados un grupo de 5 personas, que residimos acá desde hace ya un largo tiempo, un tiempo del que muchos no han soportado, sino se han suicidado o liberados... Libertad, una palabra que me gustaría escuchar ahora, pero para mi eso es un futuro muy distante.
Nos dicen que si logramos pasar ''La Prueba'' conseguiremos algo más que la libertad, el poder. La verdad a mi jamás me interesó eso, sólo me interesa salir de acá.
Nos dejan dormir sólo 4 horas y luego nos ponen a trabajar, trabajamos en minas y en cultivos, un error y lo lamentaremos el resto de nuestra existencia. En mis Cuatrocientos treinta y tres días siendo prisionero, jamás había intentado escapar hasta hace algunos días, muchos lo intentaron, pero yo con suerte intenté no cometer sus errores. Nuestra prisión consta de 5 Habitaciones individuales, donde un pequeño cojín y una sabana son nuestros mejores amigos. Por la puerta, a unos 30 metros de mi habitación hay una mesa de roble oscuro, donde colocan las llaves todas las noches, hay veces en la que a los guardias se les olvida cerrar mi puerta, la verdad nunca lo sé, pero no era momento de averiguarlo.
Escurriéndome, salí desde mi habitación, dando pasos pequeños, ya podía sentir a mi corazón latir y el aire me pesaba en mi respiración, mi emoción y excitación se disparaban como mi adrenalina mientras daba pasos muy cortos y acercándome cada vez más a la mesa de roble. Antes de llegar a ella, había una enorme cortina, no sé si fue el miedo o el saber o pensar que alguien estaría detrás de ella, alguien... Respirando profundo corro a todo lo que mi poca energía me da, cogiendo la llave de un movimiento y corriendo a la puerta, para abrirla; para mi sorpresa, no había nadie en la sala.
No sabía lo que veía, un exuberante paisaje que parece morado, una hermosa luna blanca... Parecía que había conseguido lo más preciado para mi... Parece que no...
Sin vacilar, salgo corriendo hacia la libertad y noto el peligro antes de verlo. Por suerte, el primer cuchillo se dirige a mi lado derecho, así que lo oigo y soy capaz de interponer mi brazo entre el cuchillo y mi nuca, clavándose en el mismo, causando que una cantidad de sangre exagerada salga de éste... No siento el dolor, escucho cómo otro cuchillo choca con la puerta de madera, detrás de mi; me doy vuelta para cogerlo y lanzarlo al azar, no sabía a dónde lanzarlo, sin pensarlo, tomo el cuchillo por el mango que está clavado en mi brazo y sin sentir dolor, lo saco. Me vuelvo para disparar de nuevo cuando el segundo cuchillo me da en la frente. Me hace un corte encima de la ceja derecha, me ciega un ojo y me llena la boca de sangre. Me tambaleo y retrocedo, pero consigo lanzar el cuchillo que tengo preparado hacia mi atacante, más o menos. Lanzo el cuchillo. En cuanto sale, sé que no acertaré; entonces siento como un Kitsune se me echa encima, me derriba boca arriba y me sujeta los hombros contra el suelo con las rodillas. «Se acabó», pienso.
--¿Dónde están tus amiguitos.. Están por acá contigo?-- a lo que yo respondo con un -Dispuestos a matarte-. El Kitsune me da un puñetazo a la altura de la tráquea, lo que sirve a la perfección para callarme. Sin embargo, mueve la cabeza de uno a otro lado, por lo que entiendo que, durante un instante, ha pensado que le estaba diciendo la verdad.
El Kitsune se abre la chaqueta y veo que está forrada con una impresionante colección de cuchillos. Selecciona con parsimonia uno de aspecto casi delicado, con una cruel hoja curva--. Le prometí a mi maestro que, si alguien intentaba salir, le daría un buen espectáculo. --Me retuerzo para intentar desequilibrarlo, pero no lo consigo. Pesa demasiado y me tiene bien cogido
Me limpia con la manga de la chaqueta la sangre de la herida, sin mucha delicadeza. Me observa la cara durante un momento, volviéndola a un lado y otro, como si fuese un bloque de madera y estuviese decidiendo qué diseño tallar. Intento morderle la mano, pero
el me coge el pelo de la parte de arriba de la cabeza y me obliga a apoyarla en el suelo.
Después de eso, todo es negro... Sólo sé que me despierta un inmenso dolor un dolor que...
*Las hojas están rasgadas*
dedos buscando el calor de quizás una persona o quizás una manta un poco más gruesa para poder cubrirme del intenso frío. Me apoyo en un codo y me levanto un poco; en el dormitorio entra
algo de luz, así que puedo ver lo que me rodea, lo de siempre; lo que crea en mi cara una sensasión de extrañe, melancolía y dolor. Quizás no sé cómo ha llegado éste diario fuera del lugar de dónde estoy, no sé dónde ni cómo pero me llamo Christopher Ipswich y soy prisionero de la Dimensión Oscura desde hace 433 días.
A veces suena un poco distante mis tardes con mi padre, lo sueño y lo siento, pero la realidad es otra, no soy más que un sucio prisionero, a causa de la sociedad hipócrita llena de vampiros, licántropos y quizás hasta otros brujos como yo. No recuerdo ya casi nada sobre mi vida antes de ser prisionero y esclavo de los Kitsunes, extrañas criaturas a las que yo les llamo ''Semi-Zorros'', algo gracioso para mi en éste lugar tan estoico, vil y aburrido; en mi poder sólo tengo la ropa que llevo desde hace ya mucho tiempo, sucia y apestosa, una pluma y un libro en el cual escribo con sus páginas amarillentas, débiles y viejas. En éste lugar somos explotados de una manera que no se puede describir, somos despertados un grupo de 5 personas, que residimos acá desde hace ya un largo tiempo, un tiempo del que muchos no han soportado, sino se han suicidado o liberados... Libertad, una palabra que me gustaría escuchar ahora, pero para mi eso es un futuro muy distante.
Nos dicen que si logramos pasar ''La Prueba'' conseguiremos algo más que la libertad, el poder. La verdad a mi jamás me interesó eso, sólo me interesa salir de acá.
Nos dejan dormir sólo 4 horas y luego nos ponen a trabajar, trabajamos en minas y en cultivos, un error y lo lamentaremos el resto de nuestra existencia. En mis Cuatrocientos treinta y tres días siendo prisionero, jamás había intentado escapar hasta hace algunos días, muchos lo intentaron, pero yo con suerte intenté no cometer sus errores. Nuestra prisión consta de 5 Habitaciones individuales, donde un pequeño cojín y una sabana son nuestros mejores amigos. Por la puerta, a unos 30 metros de mi habitación hay una mesa de roble oscuro, donde colocan las llaves todas las noches, hay veces en la que a los guardias se les olvida cerrar mi puerta, la verdad nunca lo sé, pero no era momento de averiguarlo.
Escurriéndome, salí desde mi habitación, dando pasos pequeños, ya podía sentir a mi corazón latir y el aire me pesaba en mi respiración, mi emoción y excitación se disparaban como mi adrenalina mientras daba pasos muy cortos y acercándome cada vez más a la mesa de roble. Antes de llegar a ella, había una enorme cortina, no sé si fue el miedo o el saber o pensar que alguien estaría detrás de ella, alguien... Respirando profundo corro a todo lo que mi poca energía me da, cogiendo la llave de un movimiento y corriendo a la puerta, para abrirla; para mi sorpresa, no había nadie en la sala.
No sabía lo que veía, un exuberante paisaje que parece morado, una hermosa luna blanca... Parecía que había conseguido lo más preciado para mi... Parece que no...
Sin vacilar, salgo corriendo hacia la libertad y noto el peligro antes de verlo. Por suerte, el primer cuchillo se dirige a mi lado derecho, así que lo oigo y soy capaz de interponer mi brazo entre el cuchillo y mi nuca, clavándose en el mismo, causando que una cantidad de sangre exagerada salga de éste... No siento el dolor, escucho cómo otro cuchillo choca con la puerta de madera, detrás de mi; me doy vuelta para cogerlo y lanzarlo al azar, no sabía a dónde lanzarlo, sin pensarlo, tomo el cuchillo por el mango que está clavado en mi brazo y sin sentir dolor, lo saco. Me vuelvo para disparar de nuevo cuando el segundo cuchillo me da en la frente. Me hace un corte encima de la ceja derecha, me ciega un ojo y me llena la boca de sangre. Me tambaleo y retrocedo, pero consigo lanzar el cuchillo que tengo preparado hacia mi atacante, más o menos. Lanzo el cuchillo. En cuanto sale, sé que no acertaré; entonces siento como un Kitsune se me echa encima, me derriba boca arriba y me sujeta los hombros contra el suelo con las rodillas. «Se acabó», pienso.
--¿Dónde están tus amiguitos.. Están por acá contigo?-- a lo que yo respondo con un -Dispuestos a matarte-. El Kitsune me da un puñetazo a la altura de la tráquea, lo que sirve a la perfección para callarme. Sin embargo, mueve la cabeza de uno a otro lado, por lo que entiendo que, durante un instante, ha pensado que le estaba diciendo la verdad.
El Kitsune se abre la chaqueta y veo que está forrada con una impresionante colección de cuchillos. Selecciona con parsimonia uno de aspecto casi delicado, con una cruel hoja curva--. Le prometí a mi maestro que, si alguien intentaba salir, le daría un buen espectáculo. --Me retuerzo para intentar desequilibrarlo, pero no lo consigo. Pesa demasiado y me tiene bien cogido
Me limpia con la manga de la chaqueta la sangre de la herida, sin mucha delicadeza. Me observa la cara durante un momento, volviéndola a un lado y otro, como si fuese un bloque de madera y estuviese decidiendo qué diseño tallar. Intento morderle la mano, pero
el me coge el pelo de la parte de arriba de la cabeza y me obliga a apoyarla en el suelo.
Después de eso, todo es negro... Sólo sé que me despierta un inmenso dolor un dolor que...
*Las hojas están rasgadas*
Christopher Ipswich- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 24/03/2012
Edad : 29
Re: •Trama: Dimensión Oscura [Confesiones de un Esclavo]
• El comienzo del Fin: Capítulo II
*Se encuentran las hojas que fueron arrancadas*
Después de eso, todo es negro... Sólo sé que me despierta un inmenso dolor un dolor que jamás podría haber imaginado. Mi mirada era forzosa, pero me veía frente a un espejo y no podía creer lo que estaba viéndo.
Era yo mismo, colgado de brazos y piernas en una especie de horca, desnudo, bañado en sangre, con ampollas, pus y más sangre. Se podían ver las marcas de los latigazos, aunque no sé por qué, pero no podía escuchar nada de mi oído derecho. Resonaban las risas detrás de mi, lo sé porque podía verlos a través del espejo, sólo fue cuestión de segundos antes de sentir otro latigazo que me abrazó con su inmenso dolor. Varias horas pasaron, ya no podía ni con mi propia alma.
Me liberan de mi sufrimiento y me hacen caer en mi propio charco de sangre produciéndome un inmenso dolor en todo mi cuerpo debido a mis heridas, lo que me hace pegar un enorme grito al aire, me levanto con una furia interna mientras con mis poderes intento crear ráfagas de viento para apartarles y huir. Siento un golpe en mi esófago lo que me hace caer inmediatamente de rodillas mientras la sangre me llenaba la boca, --No intentes nada ¡Brujo Sangre Sucia!-- y siento como un escupitajo cae en mi espalda, provocando ardor en la misma.
Me enrollan en unas sábanas ya viejas y hediondas, con las cuales me transportan de un sitio a otro, la verdad no tenía ni idea ni donde estaba, ni donde estaba, ni adonde iría, sólo sabía que me hacían caminar, no me atreví a detenerme jamás.
Después de un rato sólo llego a escuchar por mi oído las olas del mar rompiendo bruscamente. Me quitan las sábanas y lo que veo al abrir mis ojos es una perfecta Luna morada, pero resuena en mi oido el crujido de unos dientes, como si alguien estuviera masticando algo muy duro, me doy vuelta mientras uno de los Kitsune que me llevaba me toma por la parte de atrás de mi cabello, obligándome a ver a la figura que lentamente salía de entre las tinieblas, al ver su boca llena de manos y dedos humanos un miedo extremo se apoderó de todo mi cuerpo, haciendo que temblara del mismo, sólo escuchaba mi respiración, mi corazón y mis dientes crujir, --¿Por qué me traen humanos para acá?-- lo dice mientras mastica una mano humana --Maestro, éste maldito humano podría servirle para su pequeño ''proyecto''- presiento el sarcasmo en sus palabras, pero no me animo a decir ningún tipo de palabra, era simplemente el miedo a éste.
El Kitsune me toma del cuello lo suficientemente fuerte para no dejarme respirar, por suerte, uno de los kitsune dice algo desde mi lado izquierdo, por el cual puedo oir --Es un pequeño brujo- -¿Brujo eh?... Sangre sucia inmunda De momento a otro siento una gran punzada en mi brazo derecho, como si me desgarraran la piel, con el cual suelto al aire un grito inmenso de dolor. El Kitsune me da la vuelta y me clava sus largas uñas en mi espalda, y me alza, quedando suspendido en el aire mientras me lleva, colgado de mi carne.
Llegamos a lo que es una sala, lo único que puedo ver son montañas de cadáveres, en período de descomposición, putrefactos y malolientes. Pasaron aproximadamente 3 segundos en los que sentí unas espadas traspasando mis venas, el dolor se fue instantáneamente.
*éstas hojas no están*
*Se encuentran las hojas que fueron arrancadas*
Después de eso, todo es negro... Sólo sé que me despierta un inmenso dolor un dolor que jamás podría haber imaginado. Mi mirada era forzosa, pero me veía frente a un espejo y no podía creer lo que estaba viéndo.
Era yo mismo, colgado de brazos y piernas en una especie de horca, desnudo, bañado en sangre, con ampollas, pus y más sangre. Se podían ver las marcas de los latigazos, aunque no sé por qué, pero no podía escuchar nada de mi oído derecho. Resonaban las risas detrás de mi, lo sé porque podía verlos a través del espejo, sólo fue cuestión de segundos antes de sentir otro latigazo que me abrazó con su inmenso dolor. Varias horas pasaron, ya no podía ni con mi propia alma.
Me liberan de mi sufrimiento y me hacen caer en mi propio charco de sangre produciéndome un inmenso dolor en todo mi cuerpo debido a mis heridas, lo que me hace pegar un enorme grito al aire, me levanto con una furia interna mientras con mis poderes intento crear ráfagas de viento para apartarles y huir. Siento un golpe en mi esófago lo que me hace caer inmediatamente de rodillas mientras la sangre me llenaba la boca, --No intentes nada ¡Brujo Sangre Sucia!-- y siento como un escupitajo cae en mi espalda, provocando ardor en la misma.
Me enrollan en unas sábanas ya viejas y hediondas, con las cuales me transportan de un sitio a otro, la verdad no tenía ni idea ni donde estaba, ni donde estaba, ni adonde iría, sólo sabía que me hacían caminar, no me atreví a detenerme jamás.
Después de un rato sólo llego a escuchar por mi oído las olas del mar rompiendo bruscamente. Me quitan las sábanas y lo que veo al abrir mis ojos es una perfecta Luna morada, pero resuena en mi oido el crujido de unos dientes, como si alguien estuviera masticando algo muy duro, me doy vuelta mientras uno de los Kitsune que me llevaba me toma por la parte de atrás de mi cabello, obligándome a ver a la figura que lentamente salía de entre las tinieblas, al ver su boca llena de manos y dedos humanos un miedo extremo se apoderó de todo mi cuerpo, haciendo que temblara del mismo, sólo escuchaba mi respiración, mi corazón y mis dientes crujir, --¿Por qué me traen humanos para acá?-- lo dice mientras mastica una mano humana --Maestro, éste maldito humano podría servirle para su pequeño ''proyecto''- presiento el sarcasmo en sus palabras, pero no me animo a decir ningún tipo de palabra, era simplemente el miedo a éste.
El Kitsune me toma del cuello lo suficientemente fuerte para no dejarme respirar, por suerte, uno de los kitsune dice algo desde mi lado izquierdo, por el cual puedo oir --Es un pequeño brujo- -¿Brujo eh?... Sangre sucia inmunda De momento a otro siento una gran punzada en mi brazo derecho, como si me desgarraran la piel, con el cual suelto al aire un grito inmenso de dolor. El Kitsune me da la vuelta y me clava sus largas uñas en mi espalda, y me alza, quedando suspendido en el aire mientras me lleva, colgado de mi carne.
Llegamos a lo que es una sala, lo único que puedo ver son montañas de cadáveres, en período de descomposición, putrefactos y malolientes. Pasaron aproximadamente 3 segundos en los que sentí unas espadas traspasando mis venas, el dolor se fue instantáneamente.
*éstas hojas no están*
Christopher Ipswich- Mensajes : 19
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